lunes, 30 de marzo de 2009

Estrategias Pesqueras: ordenamiento y sostenibilidad

PUNTO DE VISTA
La explotación del jurel y la creación de un Organismo Regional de Ordenamiento Pesquero (OROP) para el Pacífico Sur
Por Mariano Gutiérrez Torero*

RESUMEN

A iniciativa de Australia, Chile y Nueva Zelanda se halla en proceso de creación un Organismo Regional de Ordenamiento Pesquero para el Pacífico Sur (OROP, o SPRFMO[1] por sus sigla en inglés). Los países ya nombrados, más otros que tienen intereses pesqueros en la región, y que consecuentemente se hallan participando de este proceso, son Perú, Ecuador, Rusia, China, Corea del Sur, la Unión Europea, algunos estados insulares del Pacífico sur y otros que tuvieron presencia pesquera y que podrían volver a desarrollarla, como Cuba, Venezuela, Ucrania etc. Son más de 20 los países interesados en la creación de este organismo que busca asegurar la sostenibilidad de los ecosistemas y de la explotación de recursos transzonales y de alta mar del Pacífico Sur a través de la imposición de regulaciones y cuotas de pesca. La negociación se halla en una etapa crucial, ya que se adoptará una de las propuesta de manejo pesquero que se han delineado para el caso específico de jurel (Trachurus murphyi), que es una de las especies más importantes del Pacífico Sur. Se espera que la OROP asuma plenamente sus prerrogativas a partir del año 2014 una vez que los congresos de todos los países ratifiquen las negociaciones que se viene llevando a cabo. Entre las medidas interinas que habrán de adoptarse a partir del año 2010 están la definición del número de unidades poblacionales, límites geográficos y cuotas de pesca. En Lima (mayo 2009) se llevará a cabo una de las últimas reuniones previas, y en ella convendría promover una homologación de los aparejos de pesca y la revisión del tamaño mínimo de captura como acciones que podrían asegurar la sostenibilidad de la explotación pesquera de la especie.

ANTECEDENTES

El punto de partida para la creación de un Organismo Regional de Ordenamiento Pesquero para el Pacífico Sur (OROP, o SPRFMO1 por sus siglas en inglés) ha sido la creciente preocupación de Australia, Nueva Zelanda y sobre todo Chile, cuyo principal recurso pesquero, el jurel (Trachurus murphyi) ha ocupado progresivamente áreas más oceánicas a partir del evento El Niño de 1997-98 hasta tener una distribución que prácticamente se halla por fuera de su ZEE. Al mismo tiempo se incrementó la actividad pesquera de una flota de altura que pesca jurel con barcos factoría de gran autonomía que operan sin cuotas ni regulaciones y que por lo tanto atentan contra la sostenibilidad de esta pesquería. Sin embargo, salvo unas pocas excepciones, los estados que explotan jurel en el Pacífico Sur comprenden la importancia de introducir regulaciones, y consecuentemente participan del esfuerzo político y científico que supone la conformación de este organismo supranacional que se viene forjando con la contribución técnica de la FAO y de expertos independientes.

Es conveniente señalar que a la fecha existen 44 organismos regionales de pesca, y que 17 de ellos establecen medidas de ordenamiento pesquero y conservación. En el caso peruano nos concierne la CIAT (Comisión Interamericana del Atún Tropical) y la CCAMLR (Comisión para la Conservación de los Recursos Marinos Vivos de la Antártida), de la cual no somos miembros permanentes.

Los cruceros acústicos sistemáticos que se iniciaron tanto en Perú como en Chile a comienzos de la década de 1980 mostraron abundancias importantes de jurel dentro de las ZEE de ambos países (en Perú se calcularon más de 8 millones de toneladas de biomasa). En el caso peruano la explotación inicial (1982) fue realizada por naves de la Unión Soviética y Cuba; esta actividad cesó abruptamente en 1992, y en 1995 se construyeron los primeros barcos jureleros con sistemas de agua refrigerada de mar (RSW). Sin embargo, el evento El Niño extraordinariamente fuerte de 1997-98 parece haber consolidado un cambio de régimen oceánico que ya se había iniciado y que implicó desde entonces condiciones térmicas más frías a lo largo de las costas del Pacífico Sudeste. De este modo la distribución de especies como jurel, sardina (Sardinops sagax), caballa (Scomber japonicus) y bonito (Sarda chilensis) se redujo o se traslado a regiones más alejadas de la costa quedando fuera del radio de alcance de nuestra flota pesquera. Paralelamente se incrementó la abundancia de especies como la anchoveta (Engraulis ringens), calamar gigante o pota (Dosidicus gigas) y múnida o langostilla (Pleuroncodes monodom). Salvo la última de las nombradas las dos anteriores sostienen en el Perú la mayor parte del esfuerzo pesquero industrial y artesanal, respectivamente.

LA EXPLOTACIÓN DE JUREL

En términos de explotación pesquera en Perú, la de jurel ha devenido en estacional desde finales de la década de 1990, es decir, que se obtienen mayores rendimientos a nivel industrial durante los veranos y durante esporádicos eventos oceanográficos que acercan esta especie a la costa. Sin embargo, parece existir una población residente o metapoblación a lo largo de la costa sur del Perú, la que cual es objeto de pesquería por parte de la flota artesanal gran parte del año. En Perú está prohibida la pesca de Consumo Humano Directo (CHD) dentro de las primeras 10 millas de la costa cuando se trata de naves industriales; por esta razón solo los pescadores artesanales capturan jurel prácticamente todo el año en el litoral sur.

El jurel tiene una distribución muy amplia en el Pacífico Sudeste: desde Ecuador hasta el sur de Chile en sentido latitudinal, y desde las costas de Chile hasta Australia en el longitudinal (ver la figura siguiente). Sin embargo, según datos consolidados por la OROP parece existir una división en la distribución general del jurel, la cual se ubicaría hacia los 120°W.

Este pez puede llegar a vivir hasta 30 años y medir más de 50 cm. Su crecimiento en los dos primeros años es bastante rápido (20 a 25 cm), que es cuando alcanza su primera madures sexual. En Perú se permite su extracción solo a partir de los 31 cm, en tanto que en Chile es a los 26 cm (esta discrepancia revela la necesidad de tener un enfoque biológico común, ya que además la talla de los peces se miden de diferente manera en los dos países: longitud a la horquilla en Chile, y longitud total en Perú. Además, no existe una homologación respecto a las características de los aparejos de pesca utilizados. Ver la figura a la derecha.

REGULACIONES VIGENTES

Sin embargo, solo Perú y Chile imponen regulaciones a la pesca de jurel sin diferenciar si ello ocurre dentro o fuera su ZEE no obstante la aplicación de regulaciones son diferentes, por ejemplo, el tamaño de malla de las redes que se usan en la captura. En Chile se pesca con red de cerco de 50 mm de tamaño de malla y de 60 mm en el arrastre. En Perú se autorizan mallas de 38 mm para el cerco y de 76 mm en el arrastre. Estas regulaciones nacionales provienen de la época en que la flota de la exURSS operaba en nuestra EEZ, es decir que no se cuenta con un estudio específico en ambos países excepto uno publicado por Tadanobu Machii y Yukio Nose[2] de la Universidad de Pesquerías de Tokio (en 1988) para redes de cerco en la pesquería de jurel peruano, los que proponen redes de 42 mm de tamaño de malla.
Ni Perú ni Chile, salvo unos pocos barcos, utilizan redes de arrastre, las que son más efectivas en la pesca en alta mar debido a su mayor horizonte de captura. Con la distribución más oceánica que hoy en día muestra el jurel, su distribución vertical también es mucho más amplia (hasta 300 m) quedando fuera del alcance de las redes de cerco. Por esta razón la pesca por arrastre es la preferida por los otros países que operan en el Pacífico Sur con barcos de gran autonomía (no se tienen datos exactos del tamaño de la flota que opera en todo la región, pero podría ser de 10 a 20 sin contar la flota chilena; la flota cerquera peruana no tiene la autonomía necesaria para pescar en mares distantes).

La flota de la Unión Europea utiliza mallas de 50 mm (fuente: CRR266, ICES, “Mesh Size Measurement Revisited”, 2004, pag. 16); En Australia se utiliza una malla de 40 mm, pero no hay un estudio específico al respecto (com. pers. Gerry Geen, Small Pelagic Fishery Management Advisory Committee); y en Noruega tampoco hay un estudio dedicado, pero se usan mallas de 42 y 45 mm (com. pers. Bjornar Isaksen, IMR, Bergen).

La distribución más oceánica del jurel, la sostenida reducción de sus tallas medias de captura (Bernal et al, 2008[3]) y la dificultad de pescarlo en alta mar, obliga a replantear estrategias de manejo –incluyendo la pesca por arrastre- teniendo en cuenta la aun inexistente homologación de las regulaciones referidas al tamaño de malla. En tanto esta no exista es inadecuado para los intereses pesqueros peruanos mantener un tamaño de malla (76 mm) que es bastante más grande que la que utilizan otros países y, por lo tanto, menos efectiva.

Salvo Perú y Chile, todos los otros países que capturan jurel en el Pacífico Sur no ejercen una regulación específica respecto a esta especie. Es decir que no hay cuotas, límites ni regulaciones para la pesca. Los científicos pesqueros afirman que el jurel es una especie plenamente explotada, e hipotetizan que esta actividad no controlada explicaría la aparente reducción de la biomasa de jurel en los años recientes. El jurel es tanto un predador como presa de otros animales más grandes, por lo que su rol clave en el ecosistema debe ser preservado, de allí que la iniciativa de crear una OROP ha tenido una acogida muy favorable.

Sin embargo, las negociaciones actuales en la OROP no han estado exentas de dificultades, como se verá más adelante, pero hay un consenso muy importante en cuanto a unir esfuerzos para lograr un robusto manejo pesquero y consolidar la investigación científica internacional no solo sobre el jurel y otras especies, sino del ecosistema a diferentes niveles. Ha habido por supuesto investigaciones científicas sobre el jurel llevadas a cabo por Rusia, Chile y Perú, pero éstas han estado desvinculadas y no cubren toda la enorme área de distribución del jurel.

CAPTURAS

La homologación de los aparejos de pesca debería ir acompañada de una reforma en el manejo pesquero que hoy es ejercido por separado, o es inexistente para las naciones no ribereñas. La captura masiva de adultos jóvenes en los años recientes (es decir, con talla mayor a 23 pero menor de 31 cm) por parte de todas las flotas (excepto Perú, que no lo permite) podría explicar la relativa escases actual de jurel.

En cuanto a capturas, durante la década de 1950 se pescaban unas 4 mil toneladas por año en promedio; durante la década de 1960 la cantidad subió a 15 mil; luego a 400 mil durante la década de 1970; aumentó a más de dos millones/año durante la década de 1980; subió luego a 3.5 millones/año durante los 90’s y cayó a 1.6/año entre los años 2000 y 2004. Se estima que el año 2008 todos los países en conjunto solo pescaron poco más de un millón de toneladas. Considerando las estadísticas de todo el período de pesca (1950-2008) se tiene que que gran parte de las capturas han sido efectuadas por Chile seguido de lejos por Rusia (y la exURSS). El mejor año jurelero peruano fue el 2001 cuando se extrajeron más de 800 mil toneladas, pero el promedio de las dos últimas décadas es inferior a 100 mil toneladas.

La cuota de máxima captura en Chile durante el 2008 fue de 1.6 millones de toneladas, de las cuales se han pescado menos de un millón. Prácticamente toda esta captura fue realizada fuera de su ZEE, lo que da una medida de la magnitud de la preocupación existente respecto a este recurso que es el principal para la industria pesquera de nuestro vecino del sur, la que es ciertamente compartida por el gobierno y las empresas peruanas.

Sin embargo, hay una diferencia fundamental entre los usos industriales que se da a este recurso. Mientras que para Chile constituye la materia prima para su industria de reducción en harina y aceite de pescado, para Perú y todos los otros países que pescan jurel es una fuente de abastecimiento para el consumo humano directo.

La flota de Chile está compuesta de aproximadamente 80 barcos con 370 toneladas de bodega promedio en la zona norte de Chile, y alrededor de 60 barcos en la zona sur con una capacidad media de 1,100 toneladas cada uno, es decir, alrededor de 100,000 toneladas de poder de pesca por viaje. La flota peruana está compuesta por alrededor de 40 barcos con un poder de pesca promedio de 350 toneladas (lo que representa un máximo de 14,000 toneladas por viaje). No hay información precisa, pero serían alrededor de 20 barcos arratreros-factoría los que faenan fuera de las ZEE de Ecuador, Perú y Chile: su presencia es estacional (invierno-primavera) pero de alto poder de pesca (entre 4 y 5 mil toneladas de bodega por barco).

CAMBIOS EN LA DISTRIBUCIÓN Y BIOMASA

Se calculó la biomasa total del jurel entre 12 y 22 millones de toneladas antes de 1993. En la actualidad se le calcula entre 5 y 7 millones. Las especies de pequeños pelágicos como el jurel exhiben grandes fluctuaciones anuales en el tamaño de su población debido a los eventuales éxitos y fracasos de los reclutamientos, es decir, del número de individuos que logra sobrevivir en cada cohorte anual o grupo de edad. Los eventos oceanográficos de gran escala (Niño-Niña por ejemplo), las condiciones locales y la pesquería misma ejercen notable influencia en este proceso. Por estas razones el manejo pesquero debe ser muy cuidadoso.

Así como la abundancia de jurel parece haber disminuido, así también ha sucedido respecto a su distribución. La investigación regular sobre el jurel se inició en Perú y Chile en la década de 1970, y condujo al inicio de una pesquería por parte de la exURSS en 1978 (y a partir de 1982 en la ZEE peruana), y la de una flota propia en Chile. Estas pesquerías permitieron obtener información útil por fuera de las 200 millas náuticas. Así se detectó un cambio en la distribución, la que fue haciéndose cada vez más lejana y sureña a partir del evento El Niño de 1972-73. Esta tendencia se incrementó bruscamente luego de El Niño 1997-98 (ver la figura siguiente).

Científicos como A. Gretchina (Rusia-Chile) y F. Gerlotto (Francia-Perú) han elaborado hipótesis complementarias para explicar con modelos conceptuales esta presencia estacional del jurel en las costas de Chile y Perú. Según A. Gretchina (ver la figura de arriba) el jurel tiene un comportamiento muy variable por grupos de edad que responden a estímulos diversos incluyendo la pesca. Es así como se distinguen zonas de desove, zonas de crianza y zonas de engorde para la fracción de la población que habita frente a las costas de Perú y Chile. Las migraciones entre estas zonas se suceden estacionalmente por grupos de edad, y es la razón por la cual la abundancia de jurel es solo apreciable en Perú desde finales de la primavera a inicios del otoño.

F. Gerlotto (com. pers.) presenta un enfoque complementario al de Gretchina. De acuerdo con esta hipótesis el jurel ha desarrollado una estrategia de ocupación del espacio en etapas, es decir que en tanto su biomasa se hace mayor aumenta también su distribución (en este caso, hacia al oeste durante las décadas de 1970 y 1980); cuando la biomasa es menor la distribución se contrae, y en ambos casos el núcleo o zona de alta densidad está siempre ubicado frente a la costa central de Chile (décadas de 1990 y 2000) llegando al Perú desde el suroeste solo estacionalmente siguiendo el mayor influjo de aguas oceánicas de alta temperatura y relativamente baja productividad. De otro lado explica la sostenida presencia de jurel juvenil y adulto en el sur del Perú (pero únicamente en la zona más somera donde no puede operar la flota industrial) por la existencia de metapoblaciones, es decir fracciones de la población total que residen en zonas específicas como la mencionada. Ver la figura siguiente.
Estas hipótesis y modelos conceptuales no son los únicos, pero por ser complementarios han sido incluidos en esta breve revisión sobre el jurel ya que entregan además un enfoque de gran escala que es coherente con lo que se viene observando en Perú desde hace una década (presencia estacional, y persistencia de un pequeño stock o metapoblación en el sur de Perú).

ACERCA DE LA(S) POBLACIÓN(ES) DE JUREL

El aspecto más importante –por las implicancias económicas que conlleva- de la actual negociación para la creación de la OROP es la del manejo de la explotación pesquera. En el Pacífico Sur hay diversas especies susceptibles de ser sujetas a pesquería (recursos potenciales: caballa, bonito, pota, pez volador, agujilla, vinciguerria, mictófidos etc). Sin embargo, como ya se mencionó, el jurel es el catalizador de este esfuerzo por ser ya una pesquería establecida.

Es así cómo en estos momentos la discusión entre los países que persiguen la creación de la OROP está centrada principalmente en: (1) determinar el programa científico que sostendrá el manejo pesquero; y en (2) determinar el esquema de manejo en función de las unidades poblacionales del jurel.

Es un hecho científico que el jurel T. Murphy (hay otras 11 especies de Trachurus en el mundo) es una solo población genética (Poulin et al, 2006[4]). Las diferencias genéticas entre los individuos capturados más o menos simultáneamente en varios lugares del Pacífico Sur son demasiado pequeñas como para sostener que se trata de especies diferentes. La discusión actual es entonces acerca del número de unidades poblaciones que habitan en la región. Cada unidad poblacional habita una región particular.

Por ello, el manejo pesquero no puede ser único para un conjunto de unidades (“stocks”) poblaciones; el manejo debe ser específico y tomando en cuenta el rol de la especie en la cadena trófica del hábitat que ocupa. En otras palabras, debe existir un manejo diferenciado en función al número de poblaciones de una misma especie. Se están discutiendo en la OROP hasta cuatro hipótesis relacionadas:

(1) El jurel que se captura en Perú y Chile proviene de dos stocks separados cuya distribución abarca la región por fuera de las ZEE de los dos países. Esta hipótesis es respaldada por nuestro país. A favor de ella se puede decir que –efectivamente- hay una presencia permanente de jurel en el sur del Perú y que el rango de tallas de las especies que captura la flota artesanal es muy amplio (típicamente de 20 a 40 cm) y que además se suelen observar todos los estadios biológicos (madurante, desovante etc), lo que sugiere el asentamiento permanente de una población. En contra de la hipótesis se debe mencionar que la cantidad de datos disponibles es realmente pequeña, de modo que el sustento de la teoría se basa en información muy consistente solo para las décadas de 1970 y 1980.

(2) El jurel que se captura en todo el Pacífico Sur constituye una sola población que abarca lo largo y ancho de un cinturón que se extiende sobre las regiones subtropicales a subantárticas desde Australia hasta Chile –pasando por Nueva Zelanda- en sentido longitudinal, y de Ecuador a Chile en el longitudinal. Esta tesis ha sido propuesta por Chile. A favor de esta hipótesis se pueden mencionar los robustos estudios genéticos de Paulín, y en contra se pueden citar anteriores trabajos científicos chilenos que apoyan más bien la hipótesis anterior. Esta hipótesis oficial chilena es citada por A. Gretchina como la de una “superpoblación”.

(3) La tercera hipótesis se deriva de la segunda y se refiere al jurel que se explota en el Pacífico Sudeste, con la diferencia de que la zona de distribución principal se halla frente a la costa central de Chile con una extensión espacio-temporal que abarca oscilaciones de distribución que abarca Australia por el oeste, y a Ecuador hacia el norte.

(4) La cuarta hipótesis indica que existirían hasta 4 poblaciones o sub-poblaciones: en Australia-Nueva Zelanda; en el pacífico sur-central; frente a Chile; y frente a Perú. Esta hipótesis es sostenida oficialmente por Rusia. A favor de esta hipótesis se puede citar la gran cantidad de información de alta mar en que se basa (la actividad pesquera de la exURSS, y de la actual de Rusia, conllevó la buena costumbre de colectar información de calidad científica). En contra se pueden citar los trabajos sobre secuenciamente de ADN.

La OROP en formación no ha adoptado ninguna de las hipótesis, y cabe por lo tanto preguntarse porqué. La respuesta a esta interrogante es la incertidumbre científica, pero sobre todo tiene un tinte económico y hasta político: por ejemplo el reconocimiento de la existencia de una solo población implicaría un solo esquema de manejo internacional, en el cual el país con el mejor record de pesca (Chile) obtendría una parte proporcional de una eventual cuota de captura (algo más de 80% del total pescado considerando el promedio de captura desde el año 2000).

Si se reconociera que se trata de dos stocks (uno frente a Chile, otro frente a Perú) tendrían que existir dos manejos separados. Ello implicaría que el Perú tendría mayor peso en la administración de “su” población pues el stock, al estar en general distribuido dentro de nuestra ZEE, nos otorgaría derechos de pesca sin considerar nuestro récord, que dicho sea de paso es bastante bajo.

Siendo la tercera hipótesis una variación de la segunda, queda por describir lo que ocurriría en caso se reconociera la cuarta hipótesis de hasta 4 poblaciones: con ella Rusia saldría beneficiada gracias a su mejor record de pesca en alta mar, e inclinaría a su beneficio la administración del stock oceánico que se ubicaría por fuera de la ZEE de Chile. Por otra parte,Nueva Zelanda y Australia no han alcanzado capturas significativas: solo algunos millares de toneladas intermitentemente obtenidos desde finales de la década de 1990.

DISCUSIÓN

En el escenario posible de que se aceptara la hipótesis de un “stock peruano”, ésta implicaría que se definan límites temporales y/o geográficos para la vigencia de manejos pesqueros diferenciados. En teoría esto es conveniente para nuestro país, ya que nuestro record de pesca fuera de la ZEE es muy bajo y nos perjudicaría si llegara a adoptarse otro enfoque de manejo.

De otro lado es necesario considerar la realidad que prevalece desde la ocurrencia de El Niño 1997-98: el stock peruano no es accesible a flota industrial pues posiblemente se trate de una metapoblación (una “colonia”) de baja abundancia que incluso no puede ser evaluada con métodos tradicionales (acústica, MPH). En otras palabras, administraríamos el 100% de una población casi inexistente en términos de abundancia, y estaríamos marginados de la pesca en otras regiones por la carencia de un buen récord de pesca (una de las medidas interinas acordadas –no vinculantes- indica que no se puede incrementar flota a partir del año 2010, lo que nos da poco margen para mejorar el récord).

Sea cual sea el o los enfoques científicos válidos, tomará algún tiempo determinarlos a través de la investigación científica cooperativa, de modo que la realidad debería imponer el pragmatismo. No hacerlo podría implicar el fracaso en la creación de la OROP, la continuación del desorden pesquero y el eventual colapso de las industrias jureleras en Perú, Chile y Rusia.

La posible solución a este problema –al menos temporalmente- pasa por la conveniencia de adoptar la segunda hipótesis (una sola población) que por cierto favorece más a Chile. Manejada la explotación de jurel como una sola población se nos permitiría hacer valer nuestro record de pesca (que además corresponde solo al interior de nuestra ZEE, no a la alta mar) asegurando la obtención de una cuota de pesca cuya magnitud muy posiblemente sería mayor que la que se alcanzaría de concedérsenos la administración del stock “peruano”.

En todo caso la administración del jurel estará en revisión permanente. La plasticidad de sus hábitos y comportamientos frente a las cambiantes condiciones ambientales e interacciones con otras especies de del ecosistema (Bertrand et al, 2006[5], Gutiérrez et al, 2008[6]) seguramente ameritará la continua revisión de las acciones de manejo que se requieran a la luz de los hallazgos científicos. En el corto plazo debemos sin embargo culminar una negociación que conlleva la defensa de un interés económico común entre Perú y Chile, pero sobre todo la garantía de la sostenibilidad de la explotación de este recurso.

Concretamente se requiere promover acciones para la homologación técnica de los aparejos de pesca y el establecimiento de una talla mínima de captura como la que impone la legislación peruana a fin de contar con una mayor reserva (adultos) que acelere la recuperación de la abundancia de la especie. Al mismo tiempo se debe evitar la adopción de medidas de manejo que pudieran recortar nuestra soberanía sobre la administración de recursos como la anchoveta. En otras palabras, las medidas de manejo deben ser muy específicas a fin de evitar generalizaciones que pudieran afectar los intereses nacionales.

CONCLUSIONES

· Es de interés internacional que se asegure la sostenibilidad de la pesquería de jurel en armonía con los ecosistemas, por lo que no se debe escatimar esfuerzos por concretar la creación de la OROP.
· Se debe propugnar la homologación de los tamaños mínimos de captura y de tamaño de malla de los artes de pesca a fin de facilitar un enfoque precautorio de la actividad pesquera.
· Considerarse la adhesión a la hipótesis de un solo stock a manera de asegurar nuestra participación en la cuota de pesca haciendo valer nuestro record de captura dentro de nuestra ZEE..

AGRADECIMIENTO

El autor desea hacer público su agradecimiento al almirante AP Jean Doig por la oportunidad de exponer una contribución que constituye una opinión personal del autor, y no compromete por tanto al Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú. Asimismo es grato agradecer al Dr. Ulises Munaylla, Asesor de la Alta Dirección del Instituto del Mar del Perú, por los acertados comentarios efectuados a la versión previa del documento.

[1] South Pacific Regional Fisheries Management Organization
[2] Machii, T., Y. Nose. 1988. Método preliminar de determinación del tamaño de malla para cerco y su aplicación al jurel peruano. Bol. Inst. Mar Perú Vol. Extraordinario, 1-382. Memorias del 2do. Congreso Latinoamericano sobre Ciencias del Mar. COLACMAR, 1987.
[3] Bernal, Claudio (cbernal@ifop.cl), Antonio Aranis, Carlos Martínez, Cristian Canales. 2008. Catch size compositions for jack mackerel (Trachurus murphyi) off Chile (1975-2006). Instituto de Fomento Pesquero (IFOP, Chile). Proceedings of the Chilean Jack Mackerel Workshop. Santiago, Chile, Julio de 2008. (http://www.southpacificrfmo.org/event.chilean-jack-mackerel-workshop/)
[4] Poulin, E., A. Silva, P. Ojeda. 2002. Identificación de unidades de stock de jurel en el Pacifico Sudoriental mediante análisis de marcadores moleculares. Informe final. Corpesca S.A. http: lem.dm.cl
[5] Bertrand A. M.A. Barbieri, F. Gerlotto, F. Leiva, J. Córdova. 2006. Determinism and plasticity of fish schooling behaviour as exemplified by the South Pacific jack mackerel Trachurus murphyi. Mar Ecol Prog Ser. Vol. 311: 145–156
[6] Gutiérrez M., A. Bertrand , M. Ballón, P. Espinoza , A. Alegre and F. Gerlotto. 2008. Distribution changes and interactions of Jack Mackerel off Peru as observed using acoustics (1983-2008). Proceedings of the Chilean Jack Mackerel Workshop. Santiago, Chile, Julio de 2008. (http://www.southpacificrfmo.org/event.chilean-jack-mackerel-workshop/).

* Ingeniero Pesquero, coautor del blog.

viernes, 27 de marzo de 2009

Unilateralidad: fuente del derecho

PUNTO DE VISTA
Denuncia del Convenio de Pesca: unilateralidad
Por Luis Alfaro Garfias*

A nuestro modesto entender el unilateralismo peruano debió iniciarse en 1999, con la denuncia del Convenio de Pesca de 1954. Trabajamos el 2001 con RREE la viabilidad de este acto soberano de Estado amparado por el Derecho Internacional -por tratarse de un convenio denunciable- cuyas causas que lo generaron habian desaparecido, pero desafortunadamente sin consenso para proseguir con denunciar el mencionado Convenio.
El primer considerando del Convenio de Pesca de 1954 estipula "Que la experiencia ha demostrado que debido a las dificultades que encuentran las embarcaciones de poco porte tripuladas por gente de mar con escasos conocimientos de náutica o que carecen de los instrumentos necesarios para determinar con exactitud su posición en alta mar, se producen con frecuencia, de modo inocente y accidental, violaciones de la frontera marítima entre los Estados vecinos; Que la aplicación de sanciones en estos casos produce siempre resentimientos entre los pescadores y fricciones entre los países que pueden afectar al espíritu de colaboración y de unidad que en todo momento debe animar a los países signatarios de los acuerdos de Santiago; Que es conveniente evitar la posibilidad de estas involuntarias infracciones cuyas consecuencias sufren principalmente los pescadores".
Este tipo de situaciones ya no se repite como antes, porque la mayoría de embarcaciones de Perú y Chile emplean sistemas de posicionamiento GPS.
Retomando las primeras palabras, desde 1999 cuando se puso en funcionamiento el Sistema de Seguimiento Satelital para la actividad pesquera en el Perú «Sisesat», se debió denunciar el convenio, dado que los posibles problemas del considerando de dicho convenio, habían sido superados por el desarrollo tecnológico.

*Coauor del blog

jueves, 26 de marzo de 2009

Diferendo marítimo: unilateralismo

PUNTO DE VISTA
Diferendo marítimo entre Chile y Perú. Clima internacional favorece unilateralismo peruano.
Por Juan Francisco Coloane*



La controversia diplomática generada entre Chile y Perú sobre el proyecto peruano para modificar las líneas de base y sus puntos de apoyo en la delimitación de los espacios marinos, posiciona una vez más al país en la inconstante o esquiva conciencia: Chile, un país marítimo.

El diferendo marítimo ha sido llevado por Perú a La Haya, y comienza a impactar políticamente quizás más a Chile que a Perú. El reciente reemplazo en Chile de los ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa, Alejandro Foxley y José Goñi respectivamente, en medio o al comienzo de la crisis más dura, es el destello de una estela que se avecina densa y compleja, especialmente cuando el clima internacional favorece posturas rupturistas y menos ortodoxas en cuanto a cooperar y construir.

También abre otras aristas para examinar. Como aquella de un país con marcados desequilibrios en sus patrones de desarrollo, donde el norte y extremo sur, parecen no despegar en la actual clave modernizadora.

Se ha dicho en otras oportunidades: el problema de Chile con Perú, además de la permeabilidad intrínseca de los tratados, no es un problema de masa crítica de defensa militar; es un problema de masa crítica de ideas y voluntad política para desarrollar el norte.

La iniciativa peruana de llevar el diferendo marítimo a La Haya, desnuda la histórica vulnerabilidad del norte chileno, con un proyecto de desarrollo estancado en su producción minera concentrada en el cobre, y un incipiente proyecto de plataforma portuaria hacia el Pacífico sur y el Asia, que no despega.

La tesis peruana de alterar un tratado de delimitación marítima con Chile, remece además las bases mismas de sustentación de convenios acordados 50 y más años atrás, revelando también problemas de Estado más profundos.

El ejercicio es simple: los instrumentos jurídicos fueron elaborados bajo claves de desarrollo económico, protección territorial e ideas de integración, diametralmente diferentes a las que se introducen hoy. Dejaban espacio para el diálogo y el cambio. En algunos casos los tratados por deficiencias en el procedimiento, abren la posibilidad de la acción unilateral, pero también una negociación bilateral.

Existe una situación dual: hay vulnerabilidad en los tratados por los cambios de contextos, pero también hay recursos jurídicos para estabilizarlos cuando corren el riesgo de ser objetados unilateralmente. La posición de Chile ante la eventualidad de una alteración significativa de los tratados, está respaldada por los instrumentos jurídicos internacionales existentes.

Curiosamente, cuando el diagnóstico nos dice que el espacio global en todo sentido se ha reducido, especialmente para alimentar conflictos, el gobierno peruano ha optado por la otra vía, ir a la Haya y complejizar la negociación bilateral. Es probable que la lectura internacional peruana sea todavía la más pragmática, reflejando un resabio de la era Bush, proclive a encontrar rentabilidad en confrontaciones de todo tipo.

Sin embargo hay otra lectura, y que recién comienza a despertar por la crisis económica y política que invade al mundo: no hay tiempo ni espacio para obstruir la cooperación o la integración, ni para beligerancias. El tono de la próxima reunión del grupo de los G -20 en Inglaterra, es exactamente ese, y en esta perspectiva la postura peruana aparece sino desmedida, claramente fuera de tiempo.

Los tratados responden a políticas de Estado, respaldadas y comprometidas por los tres poderes del Estado, y con el aval constitucional correspondiente. De no existir consistencia normativa en cada país, los tratados pueden ser objeto de actos unilaterales.

Los tratados son la fuente de los derechos y las obligaciones internacionales y la historia de las relaciones internacionales se ha construido, en parte, como una historia de los acuerdos internacionales. Una parte clave de la interdependencia de los miembros de la sociedad de países radica en estos convenios.

A pesar de estar cautelados por la Convención de Viena, y ser concebidos dentro de un sistema complejo normativo, ofrecen espacio para la contravención o anulación. En todo caso, los tratados surgen y operan sobre la base filosófica de estados bien constituidos, con solidez institucionalidad y legitimidad política interna. El registro demuestra la vulnerabilidad de la adhesión a los tratados internacionales o bilaterales, cuando los estados presentan problemas que afectan su solidez y legitimidad.

El especialista en Derecho Internacional Dr. Antonio Remiro Brotóns señala que “en términos generales, puede decirse que, en la medida en que lo permite su naturaleza, son aplicables a los actos unilaterales las causas de nulidad – y de terminación – que afectan a los Tratados, entre las que se encuentra la violación manifiesta de normas internas de importancia fundamental concernientes a la competencia para celebrarlos. (art. 46 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados).”

A partir de esta premisa de Estado sólido y legítimo, existe un consenso entre los especialistas en Derecho Internacional, en que la clave de los pactos jurídicos entre dos países, es la buena fe. Esta apreciación de buena fe, denota desde ya el estigma de vulnerabilidad en los tratados, asimismo, su éxito y sustentabilidad en el tiempo depende en gran medida de las buenas relaciones históricas entre las dos partes, y de marcos constitucionales consolidados.

La evidencia demuestra que el sistema de poderes del Estado regulados por Constituciones marcadamente imperfectas, - la queja generalizada existe en ambas naciones- , es proclive a la acción unilateral e imprevista, propia de sistemas rígidos y de consenso transitorio. Estos dos rasgos se refuerzan mutuamente, y en Chile y Perú la disfunción es más grave aún al estar sus constituciones enmarcadas por conflictos históricos bélicos. Desde esta perspectiva, el diferendo chileno- peruano persiste por la actual sincronía estructural en ambas partes, o mientras no se produzcan cambios constitucionales, para ir al grano.

Apartarse de la negociación bilateral no solo demuestra la vulnerabilidad intrínseca de los tratados, sino también problemas generalizados entre estados, estimulados por el actual clima permisivo de las relaciones internacionales, en parte debido al quiebre del multilateralismo que proporciona el marco esencial para el diálogo entre naciones.

La marcada fragmentación política en un sistema de relaciones internacionales funcionando en las últimas dos décadas en base a pactos bilaterales de alta rentabilidad, se ha evidenciado en las profundas diferencias para enfrentar la crisis. Este proceso ha facilitado el abandono de negociaciones bilaterales como las que Chile y Perú deberían estar abordando.

Si el motivo intrínseco para no haber sostenido la negociación bilateral, sin recurrir a La Haya, responde a problemas y objetivos más amplios de los Gobiernos de turno, y estaría confirmando el síntoma de la debilidad de ambos estados en sus políticas más constructivas.

Chile comienza a darse cuenta en carne propia de que a partir de la quiebra del multilateralismo, se ha producido un clima proclive al desarrollo bilateral de las relaciones y a la tendencia correspondiente a la acción unilateral de los países cuando algo no funciona o se cruzan las agendas.

La evidencia de los últimos conflictos más paradigmáticos, Balcanes, Irak, Medio Oriente, África Central, Perú-Ecuador, Darfur, habla de una reducida capacidad de protección de los instrumentos internacionales para respaldar la negociación bilateral. Esto se demuestra cada vez más por el rol omnipotente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde se concentra casi todo el poder para aplicar una doctrina de administración de los equilibrios basada en los parámetros de las potencias que dominan el Consejo.

Es decir, el proceso de negociación intermedio como es el caso del nivel bilateral, se debilita en la medida que la crisis aumenta en un ejercicio de profecía auto cumplida al empujar el argumento del diferendo hasta el límite de que la solución provenga de la instancia mayor. Así ha funcionado el sistema de relaciones internacionales hasta hoy, anclado en una filosofía todavía basada en la creencia de poderes superiores que lo resuelven.

Sea cual fuere el objetivo peruano de recurrir a La Haya, el clima internacional rupturista actual hasta el momento le favorece.


* Periodista. Artículo publicado en ARGENPRESS, jueves 26 de marzo de 2009.

jueves, 19 de marzo de 2009

Estrategia Portuaria: holística e integrada

PUNTO DE VISTA
ENAPU: no solo dos, sino cuatro grúas
Por Humberto Campodónico*

Es una muy buena noticia la llegada de las dos grúas pórtico para el Muelle 5 (Norte) del Callao de ENAPU. Estas dos grúas –que hace 10 años eran pedidas pero el gobierno no autorizaba su compra– están valorizadas en US$ 25 millones y serán complementadas por dos grúas de patio adicionales, cuyo valor es de US$ 4.7 millones.
Las grúas se encargan del traslado de los contenedores desde y hacia el barco y permiten el aumento de la eficiencia del Muelle Norte, que el 2008 movió más de 1 millón de TEUs (unidad de medida de los contenedores).
Si no llegaban estas grúas, ENAPU no hubiera podido competir con Dubai Ports, que en el 2006 obtuvo la concesión del Muelle Sur, cuya primera etapa debe estar lista en el 2010. El Muelle Sur también se alista a mover 1 millón de TEUs anuales, para lo cual contará, no con 4 sino con 6 grúas pórtico y otras tantas grúas patio.
Esto quiere decir que, si bien la competitividad del Muelle Norte mejora con las grúas, es necesario adquirir dos grúas pórtico y dos grúas de patio adicionales. Es lo que le ha planteado ENAPU a FONAFE, el “holding” del Estado que “supervisa” a las empresas públicas. Pero FONAFE le ha negado el permiso.
¿Será porque ENAPU no tiene plata y le tiene que pedir prestado al Estado? Nada que ver. ENAPU tuvo utilidades netas de S/. 10 y 20 millones en el 2006 y 2007. No solo eso. Si ENAPU no tuviera que asumir los S/. 150 millones anuales para pago de los jubilados (lo que no asumen las empresas privadas), entonces su Utilidad Neta sería cercana a la Utilidad Bruta (ver cuadro). Queda claro que ENAPU sí puede realizar las inversiones adicionales.
Fonafe se niega porque quiere un “socio estratégico” para ENAPU bajo el esquema de las Asociaciones Público Privadas (APPs), cuyo reglamento fue publicado hace poco (No es el amor al chancho, www.cristaldemira.com, 5/12/08). Dice Martín Sifuentes, presidente de Fonafe: “Nada nos impide entregar un paquete de proyectos a Proinversión para que eso se materialice. Por eso, no cree que sea conveniente ver este año la posibilidad de comprar dos nuevas grúas de muelle, tal como lo pidió la empresa portuaria” (El Comercio, 18/12/08).
Más claro ni el agua. El gobierno quiere privatizar ENAPU bajo el esquema de las APPs. Dice el presidente de ENAPU que si el gobierno quiere buscarle un socio a ENAPU, que lo haga, pero rápido, pues sin las dos grúas pórtico adicionales el Muelle Sur de Dubai se va a llevar casi toda la carga del Muelle Norte. O sea, se lo traga.
Hay más. Hace pocos días, Dubai Ports ha propuesto comprar también el Muelle Sur ofreciendo, de paso, “limpiar” la deuda pensionaria de ENAPU. O sea que habría un monopolio en el puerto del Callao cuando lo que se necesita es una mayor competencia (para que los usuarios no dependan de un solo operador), lo que promueve la eficiencia y menores costos. Rápidamente, voces del gobierno han dicho que un monopolio “no es problema, porque existe un órgano regulador que supervisaría las tarifas”.
Ah, ya. Ahora que nos cuenten en colores cómo el monopolio telefónico, por ejemplo, está “adecuadamente regulado” por Osiptel o cómo el casi monopolio aéreo de Lan Chile cobra pasajes baratos.
Concluyendo, en esta etapa de crisis internacional y de revaloración del rol del Estado, cobra más importancia estratégica el manejo de los puertos (ser la puerta de entrada y salida del sudeste asiático, entre otros objetivos). Para ello, es clave, de un lado, que exista competencia y, de otro, que el Estado oriente sus objetivos estratégicos (es lo que hace Chile con sus puertos).
Está en marcha una iniciativa privatizadora, no solo en el Callao, sino en los demás puertos del país, que van a ser licitados por Proinversión. Es hora de detenerla, para lo cual es clave el fortalecimiento de ENAPU, empresa estatal eficiente que ha demostrado ser una herramienta clave para esos objetivos estratégicos. No se necesita un “socio estratégico” para ENAPU, ni tampoco un monopolio de Dubai Ports.

* Economista. Artículo publicado en el diario La República de Lima, el 7 de Enero de 2009.

lunes, 16 de marzo de 2009

Fletes Marítimos: flota mercante mundial

Caen las tarifas de los fletes para la flota mercante mundial
Por NUESTROMAR*

* Traducción de NUESTROMAR. Fuente UNCTAD. Artículo publicado el 04/11/08 por Fundación NUESTROMAR en: www.nuestromar.org